Por Eduardo Lazzari · Historiador
Quiero comenzar esta columna habitual de los domingos en “El Liberal” pidiendo permiso para ser autorreferencial. Pocas veces en su vida un historiador tiene la oportunidad de compartir la amistad con un protagonista de la gran historia. Mi relación con Roberto Favre estuvo siempre transida por esa conciencia de la importancia de sus acciones en mantener la estatura ética de la Argentina. Por eso voy a dedicar estas palabras a ese santo y patriota que este jueves 28 de diciembre de 2023 se fue al cielo. Tenía 90 años y el buen Dios nos permitió tener una larga charla el martes pasado en la que nos reímos mucho, mientras estaba él internado, intentando recuperarse de un problema cardíaco al que resistía su generoso corazón.
Fue una charla que sentimos como una despedida sin decirlo, y por eso nos confesamos cosas que nunca habíamos hablado a lo largo de nuestro medio siglo de amistad. Al despedirnos, quedamos en seguir nuestra conversación en el convento de Lourdes, en Santos Lugares, en las afueras de Buenos Aires, su casa durante las últimas cuatro décadas: esa casa de su Virgencita tal como él la llamaba. El miércoles 27 volvió allíquedando pendiente ese encuentro. Hoy quiero contarles la vida del padre Roberto, hombre de Dios y de los hombres que cuando la circunstancia lo puso ante su calvario personal y comunitario, lo transitó con valentía y sencillez, pero por sobre todas las cosas, hizo lo correcto.
La Argentina siguen teniendo una enorme dificultad para hacer historia con los acontecimientos ocurridos en la década de 1970, la más violenta del país en el siglo XX. la falta de abordaje objetivo de los hechos, que no invalida de ninguna manera las opiniones diversas, impide analizaresos tramos conflictivos de la vida nacional, sin olvidar sus consecuencias funestas, para poder mirar el futuro basado en la concordia social del país.Hubo argentinos que participaron de la violencia política en esos años, otros la sufrieron y otros muchos simplemente fu
eron testigos. Nadie duda que esa violenciaesla causa de la mayor tragedia civil de la historia argentina desde 1853. Con la prevención expresada en el primer párrafo de esta columna, transitaremos la biografía de un simple cura de barrio, hijo de las pampas argentinas, que fue constructor de un cimiento ético que permitió al país seguir siendo una sociedad civilizada, y que por su carácter alejado de toda espectacularidad y de toda manipulación política no ha recibido aún el homenaje que merece.
Nacimiento, familia y vida religiosa
Roberto Favre nació en el pueblo de Villa Sauze, partido de General Villegas, en la frontera oeste de la provincia de Buenos Aires, a metros de La Pampa, el 26 de junio de 1933, en una familia de inmigrantes. Tuvo dos hermanos. Fue a la escuela pública de su pueblo, y. adolescente se muda a Buenos Aires, donde asiste al secundario en un colegio privado, comenzando a frecuentar la Escuela Apostólica “San Agustín”, regenteada por los religiosos asuncionistas. Ya por entonces el joven Roberto era fiel habitual de la iglesia de Lourdes, donde ingresa a la Acción Católica.
Al tiempoFavre ingresa al noviciado asuncionista en Chile, aprobando los planes de estudio de filosofía y teología. La sigla de esta congregación es A.A.(Agustinos de la Asunción) y es una orden que tiene un carisma muy particular, con una impronta intelectual y gran inserción social, surgida en los tiempos de secularización en Francia, a mediados del siglo XIX, y toma la prensa como el instrumento para la defensa de los “derechos de Dios en la Tierra”. Son fundadores del diario francés “La Croix”, actualmente el periódico católico más difundido del mundo y en la Argentina de la revista “Esquiú”. Se han destacado como misioneros, sobre todo en los años de persecución de la Iglesia Católica detrás de la “Cortina de Hierro”. En Bulgaria tres mártires asuncionistas son beatos.
Favre culminó sus estudios en la Universidad Gregoriana de Roma recibiendo el grado de “teólogo en espiritualidad”, lo que marcará su vida religiosade intensa piedad hasta sus últimos días. Hace sus votos como fraile y monseñor Antonio Rocca lo ordena sacerdote el 22 de febrero de 1964 en la iglesia porteña .Fue vicario en San Martín de Tours; párroco en Lourdes;y superior de las comunidades de Santos Lugares y de Mendoza. Llegó a ser el superior de los asuncionistas en la Argentina en 1973, desde donde fue solicitado para tareas mayores en la Iglesia nacional.
Vicepresidente de la CAR y su protagonismo en la tragedia de los 70
Su llegada a la vicepresidencia de la Conferencia Argentina de Religiosos, un organismo representativo de todas las órdenes religiosas masculinas, marca el inicio de un protagonismo social y político que Favrenunca buscó. El año 1976 fue gravísimo para el país y para la Iglesia, y como en un sortilegio del calendario tres tragedias marcarán sesenta días de luto y muerte.
El 4 de junio la casa asuncionista de “La Manuelita”, un barrio de San Miguel, al noroeste de Buenos Aires, fue allanada por personal policial. Durante el operativo el hermano Carlos Di Pietrologra comunicarse con el padre. Favre, preguntándole por el padre. Jorge Adur, quien era el verdadero objetivo. Fueron sus últimas palabras conocidas, ya que tanto Di Pietro como el hermano Raúl Rodríguezfueron secuestrados ese día y permanecen hasta hoy como desaparecidos.Desde ese día, y hasta su muerte,Favrenuncadejó de perseguir la verdad y la justicia por estos religiosos bajo su responsabilidad. Primero interpuso un “habeas corpus” en un juzgado de San Martín. En una de sus visitas para saber sobre el expediente, una empleada se le acercó y le pidió que no volviera, ya que lo seguían en el propio juzgado. El padre Favre siguió yendo a los tribunales.
Realizó gestiones ante la Nunciatura, la Conferencia Episcopal, no sólo por el caso de los asuncionistas, sino por los otros casos de religiosos desaparecidos. En este tiempo nace su relación con el superior de los jesuitas, el padre Jorge Bergoglio, hoy papa Francisco.Hay que decir en homenaje a la verdad que el buscado Jorge Adur, desde aquél momento en la clandestinidad como capellán mayor de la organización terrorista “Montoneros”, pudo abandonar el país gracias a la gestión de Favre y del nuncio apostólico monseñor Pío Laghi, volviendo al país en 1980, cuando es desaparecido. Todo esto fue denunciado ante la CONADEP por el sucesor de Favre como superior de los asuncionistas, el P. Vicente De Luca.
El 4 de julio fue nombradocomo obispo de Zárate – Campana Alfredo Espósito Castro, compañero de estudios de Favre. Al llegar a la iglesia donde se celebraba la consagración del nuevo obispo, Laghi abordó a Favrepara informarle lo ocurrido en la parroquia porteña de San Patricio, donde habían sido asesinados cinco religiosospalotinos.Laghi le pidió hablar en representación de las órdenes religiosas al día siguiente, durante el funeral que fue concelebrado por el cardenal Juan Carlos Aramburu, varios obispos y decenas de sacerdotes, con la asistencia de autoridades militares, entre ellas el general Carlos Suárez Mason.
El padre Favre, que posteriormente atribuyó sus palabras a la acción del Espíritu Santo, dijo valientemente: “Tenemos necesidad de buscar más que nunca la justicia, la verdad y el amor para ponerlas al servicio de la paz… Hay que rogar a Dios no sólo por los muertos, sino también por las innumerables desapariciones que se conocen día a día… En este momento debemos reclamar a todos aquellos que tienen alguna responsabilidad, que realicen todos los esfuerzos posibles para que se retorne al Estado de Derecho que requiere todo pueblo civilizado… Estas muertes vienen a sumarse a otras de todos los días y a los innumerables desaparecidos que nadie sabe dar razón. Son hechos que injurian a Dios y a la humanidad” Es el primer reclamo público por los desaparecidos hecho frente a autoridades, según tenemos conocimiento.Para completar esta serie nefasta de hechos horribles, el 4 de agosto fue asesinado en La Rioja, el obispo Enrique Angelelli.
A fines de los ’70 el padre Favre dejó de ser superior regional y fue destinado a la comunidad de las Mercedes. Más adelante, volvió a Lourdes, donde predicó, confesó y celebró hasta su retiro.Su capacidad intelectual ha sido plasmada en varios escritos, entre ellos el libro “Los Asuncionistas en la Argentina: 1910-2000”, y una ficción aún inédita sobre esos años terribles llamado “En ese tiempo extraño”. Santo y patriota, el buen Dios decidió que ya era suficiente y este jueves pasado, cuando el sol estaba en lo más alto y ya había vuelto a su casa en Lourdes, el padre Roberto sufrió un infarto que, sin embargo le permitió decirle al padre Menardo, su superior:;”Rece por mí…¡Mamá!”, y volvió al Padre, seguramente de la mano de esa mamáque lo dio a luz y a su otra madre amada, la Virgencita de Lourdes. Sólo me resta decir: “Hasta más vernos, querido Roberto”.
A todos los lectores, trabajadores y directivos de “El Liberal”, gracias por haberme permitido expresar estas palabras plenas de sentimiento, y sobre todo el gran deseo de un Feliz Año Nuevo y sobre todo, a pesar de los esfuerzos y los sacrificios que se vienen, que el 2024 sea un próspero año para todos.