Por Eduardo Lazzari. Historiador.
El Colegio de Cardenales ha sido definido, en forma vulgar, como el “club más selecto del mundo”. Las disputas entre el Patriarca de Occidente, título que ostentaba hasta hace muy poco el obispo de Roma; y el Patriarca de Oriente, el obispo de Constantinopla, generó en el año 1053 el cisma que marcó la separación entre la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa. Desde entonces los cardenales han sido los responsables de elegir a quien iba a encabezar la Iglesia Católica como obispo de Roma, antigua sede desde donde San Pedro, el apóstol elegido por Jesucristo como “piedra sobre la que edificaré mi Iglesia”, comenzó la organización eclesiástica hace veinte siglos.
Vamos a recorrer hoy la interesante vida del tercer cardenal argentino, el porteño Nicolás Fasolino, quien llegó a la púrpura ya cumplidos los 80 años en tiempos en que aún con esa edad podían votar en caso de un cónclave. Fue el primer purpurado argentino que no participó de una elección papal.
Su nacimiento y formación
El 3 de enero de 1887, en los albores de la presidencia de Miguel Juárez Celman, nacía en el barrio porteño de Balvanera Nicolás Fasolino, hijo de los inmigrantes italianos don Nicolás y doña María Antonia Coletta. Era el primogénito de la familia, que se completó con sus hermanas Águeda y Asunción. De pequeño Nicolás mostró dos características que lo marcarían toda la vida: una gran piedad religiosa y una gran capacidad intelectual. Apenas terminados sus estudios primarios obtuvo el permiso para ingresar al Seminario Metropolitano de Buenos Aires, siendo de los primeros en estudiar en la nueva sede de Villa Devoto, uno de los edificios religiosos más grandes del país.
Advertidos de las virtudes del joven aspirante al sacerdocio, sus superiores lo enviaron a Roma para formarse en el Pío Colegio Latinoamericano y estudiar en la Pontificia Universidad Gregoriana, donde obtuvo con sólo veinte años los doctorados en Sagrada Escritura, Derecho Canónico y Filosofía. Su talante intelectual, unido a una fervorosa práctica religiosa, fue destacada por sus profesores y formadores, quedando claro ya por entonces un destino de excelencia en su carrera eclesiástica.
Presbítero y director de obras espirituales
Fue ordenado presbítero el 28 de octubre de 1909 en Roma para la arquidiócesis de Buenos Aires, por entonces encabezada por monseñor Mariano Antonio Espinosa, Inmediatamente volvió a su ciudad natal. Desde entonces ejerció la docencia en diversos institutos católicos. Fue encargado de la dirección espiritual de varios de los Círculos Católicos de Obreros, una organización fundada por el sacerdote alemán Federico Grote que tuvo una gran expansión en los albores del siglo XX bajo la inspiración de la encíclica “Rerum Novarum” del papa León XIII. En la década de 1930 participaría de la organización de la Acción Católica Argentina.
Fue destinado como cura teniente a la parroquia San José de Flores, para luego ser ascendido a cura párroco de la iglesia Nuestra Señora de Balvanera, donde había iniciado su fe. Ya en la década de 1910 comenzó a hacerse cargo de las investigaciones históricas y de la organización del archivo de la Iglesia porteña, hasta que en 1923 fue llamado a acompañar a monseñor Juan Agustín Boneo, por entonces obispo de Santa Fe, en la tarea de manejar la arquidiócesis de Buenos Aires durante el conflicto entre la Santa Sede y el gobierno argentino por el nombramiento del sucesor de monseñor Espinosa. Allí se establecería una amable relación con quien sería su predecesor como obispo. Fue entonces que se destacó como un hábil componedor y un sabio administrador.
Obispo y pastor
El 20 de octubre de 1932 Fasolino fue designado obispo de Santa Fe luego del largo gobierno diocesano de monseñor Boneo a lo largo de 34 años. No deja de llamar la atención que durante los 127 años desde su creación, la arquidiócesis de Santa Fe de la Vera Cruz haya tenido sólo seis prelados hasta el actual Sergio Fenoy. Fue ordenado obispo el 21 de diciembre de 1932 por el nuncio apostólico Filippo Cortesi, a quien acompañaron el novel arzobispo de Buenos Aires Santiago Luis Copello y el obispo auxiliar porteño Fortunato Devoto. Por entonces la jurisdicción eclesiástica encomendada a Fasolino abarcaba la provincia de Santa Fe en su totalidad y los territorios nacionales de Chaco y Formosa.
Inmediatamente el nuevo obispo realizo una extensa y agotadora visita pastoral a todo su ámbito, desde Formosa a Rosario y desde el Impenetrable hasta Resistencia, viaje que le permitió sugerir la división de tan extenso espacio geográfico de casi medio millón de kilómetros cuadrados. En 1934 se creó la diócesis de Rosario, de la que pasaron a depender los departamentos del sur provincial y en 1939 se instauró la diócesis de Resistencia, quedando bajo el mando de Fasolino el norte santafesino. Mucho más adelante, en 1957 auspició la erección del obispado de Reconquista y en 1961 el de Rafaela.
En 1934, cuando fueron creadas 10 diócesis en un solo día, las antiguas jurisdicciones de La Plata, San Juan de Cuyo, Salta, Córdoba, Paraná y Santa Fe fueron promovidas a arquidiócesis, lo que significó la promoción de Fasolino a primer arzobispo santafesino. Durante su largo episcopado que duró 35 años, fomentó la participación de los laicos en misiones orientadas a los sectores más humildes de la capital provincial, creando la “Obra de los Barrios”, destinada al sostén espiritual pero también a la promoción social de los marginados, algo novedoso por entonces. Fundó decenas de parroquias y construyó muchas capillas, dedicándose también al fomento de la prensa católica, fundando el diario “La Mañana” que fue publicado hasta el conflicto del gobierno de Juan Perón con la Iglesia en 1955.
Durante varios años se encargó de construir un nuevo seminario de dimensiones gigantescas cercano a la iglesia Nuestra Señora de Guadalupe, pero la crisis de vocaciones producidas por las consecuencias del Concilio Vaticano II hizo que el propio Fasolino cerrara la institución en 1968, una de las decisiones más dolorosas para el anciano pastor que por entonces tenía ya 81 años.
Cardenal y Padre Conciliar
Con 75 años, monseñor Fasolino viaja a Roma para participar de las cuatro sesiones plenarias del Concilio Vaticano II convocado y presidido por el papa Juan XXIII desde 1962 y luego por el papa Pablo VI. Fue un activo participante destacándose por su visión piadosa y receptiva de los nuevos conflictos que la Iglesia debía afrontar. Su nombre está en los mármoles que recuerdan el encuentro ecuménico en las columnas de la basílica de San Pedro, donde se realizó el magno evento.
En la primera creación de cardenales que llevara adelante el papa Pablo VI el 26 de junio de 1967, monseñor Nicolás Fasolino encabezó la lista de 27 purpurados, siendo el de mayor edad. Recibió el título de cardenal presbítero de Santa María Dolorosa en Plaza Buenos Aires, la iglesia argentina en Roma fundada por José León Gallardo, elevada a parroquia titular cardenalicia el 7 de junio de 1967 y de la cual hasta hoy han sido titulares sólo argentinos: a Fasolino lo sucedió Raúl Primatesta y hoy lo es Estanislao Karlic, arzobispo emérito de Paraná y el obispo más anciano de la Argentina con casi 99 años. Apenas creado cardenal, Nicolás Fasolino fue homenajeado por la Academia Nacional de la Historia, que lo reconocía como propio.
El 3 de agosto de 1968 el obispo de Rafaela, Vicente Zaspe, fue nombrado arzobispo coadjutor de Santa Fe, con derecho a sucesión, siendo muy respetuoso de la figura de su antecesor. El cardenal Fasolino celebraba misa el 13 de agosto de 1969 y murió durante la ceremonia a los 82 años. Fue sepultado en su iglesia catedral luego de funerales solemnes multitudinarios. Durante su largo episcopado ordenó a varios obispos argentinos, entre ellos Moisés Blanchoud e Ítalo Distefano.
El historiador
Su interés por la historia está demostrado por la gran cantidad de libros y artículos publicados sobre el pasado argentino. En 1938 el Episcopado Argentino decide fundar una institución dedicada al estudio de la Iglesia nacional, además de encargarse de la conservación del patrimonio religioso, tanto edilicio como mobiliario. El cardenal Santiago Copello constituye el 11 de junio de 1942 la Junta de Historia Eclesiástica Argentina (JHEA). El 6 de julio de 1942 se elige su primera comisión directiva y es elegido presidente monseñor Nicolás Fasolino.
Esta organización reunió a los grandes historiadores eclesiásticos del país, entre los que se contaban los jesuitas Guillermo Furlong y Pedro Grenon, los padres Carlos Ruiz Santana y Julio C. Vera Vallejo, el franciscano Buenaventura Oro y el dominico Jacinto Carrasco encargado de las publicaciones, además de destacados laicos como Enrique Udaondo, Mario J. Buschiazzo, y Vicente D. Sierra.
La tarea de Fasolino como presidente de la JHEA fue notable, ya que permitió la consolidación de la institución, que existe hoy con un gran dinamismo presidida por el gran historiador padre Ernesto Salvia, y cuenta entre sus miembros correspondientes al santiagueño Antonio Castiglione. Fasolino fue también miembro de la Junta de Estudios Históricos de Santa Fe. A lo largo de su vida publicó decenas de libros y fue un gran biógrafo de los padres de la Patria. Sus obras más destacadas son “Historia de la Universidad de Buenos Aires (Vida y obra del doctor Antonio Sáenz)”, “Fray Juan Pascual de Rivadaneira”, varias biografías como por ejemplo “Los sacerdotes Aguiar en Santa Fe” y “Los Presbíteros Crespo en Santa Fe” y diversos artículos.
El relato histórico no ha sido generoso con el cardenal Fasolino, queriendo este artículo convertirse en una reivindicación de un personaje importante de un largo tiempo de la vida argentina.