La historia naval argentina está jalonada por hombres extraordinarios, hechos heroicos y anécdotas increíbles. Es bueno recordar que en los tiempos de la colonia, el imperio español había organizado América con eje en el mar Caribe y el océano Pacífico. Las grandes capitales eran Lima, la ciudad de los Reyes, y México, sedes de los dos primeros virreinatos: del Perú y Nueva España, se comunicaban a través de las flotas españolas del océano Pacífico. Y sobre el océano Atlántico Sur, sólo Buenos Aires asomaba tímidamente, aunque su comunicación con el imperio era a través del camino real al Perú.
El virreinato del Río de la Plata, el último creado antes de las revoluciones de la independencia americana en 1776, tuvo su capital en Buenos Aires, un mal puerto vedado a las naves de gran calado. Por eso la guarnición militar y naval más importante fue ubicada en Montevideo, una población fortificada fundada en tiempos de la guerra entre Portugal y España por la posesión de la Banda Oriental, en 1723. La ventaja de Montevideo estaba dada por su condición de puerto natural de aguas profundas.
Los dos últimos virreyes con capital en Buenos Aires, Santiago de Liniers y Baltazar Hidalgo de Cisneros, eran oficiales navales. Pero el tiempo revolucionario encontró a los patriotas criollos sin marinos profesionales entre sus filas. Así, la creación de una flota de guerra para sostener los ideales de la independencia fue obra de extranjeros, la mayoría de los cuales abrazaron la revolución como causa propia.
Aparecen así en nuestra historia naval Juan Bautista Azopardo, jefe de la primera flotilla que combate en San Nicolás de los Arroyos contra los barcos imperiales, nacido en Malta; Guillermo Brown, primer jefe naval victorioso en Martín García y Montevideo, nacido en Irlanda; Tomás Nother, combatiente en el Arroyo de la China, británico y muchos más, como Nicolás Jorge (griego), Hipólito Bouchard (francés) y Juan Bautista Thorne (estadounidense).
Entre los héroes navales de nuestra historia se destacan los dos primeros nacidos en las tierras argentinas: Leonardo Rosales y Tomás Espora, los que junto al almirante Guillermo Brown fueron el tridente de mando de la flota argentina durante la guerra contra el Brasil, entre 1825 y 1827, y que el propio Brown bautizó como “los tres valientes”. Los dos siglos de vida independiente de la Argentina han sido testigos de algunos episodios que siguen despertando perplejidad y admiración.
EL VIAJE DE “LA ARGENTINA” AL MANDO DE BOUCHARD
Hipólito Bouchard es uno de los personajes más apasionantes de la historia argentina. Marino francés, llega al Plata y su bautismo de fuego al servicio de la independencia americana comienza a las órdenes de Azopardo en San Nicolás de los Arroyos en 1811. Se incorpora luego al regimiento de Granaderos a Caballo, creado por José de San Martín. En el combate de San Lorenzo toma el pabellón enemigo. Vuelve a su vida de marino bajo el mando de Guillermo Brown en la campaña del Pacífico, en 1815 y 16. Su campaña más extraordinaria comienza desde la Ensenada de Barragán, al mando de “La Argentina”, el 9 de julio de 1817, dando la vuelta al mundo por primera vez en barcos con bandera argentina. Cruzó el Atlántico, llegó a Madagascar, las Filipinas, Java y Sumatra.
En el archipiélago de Hawai logró el primer reconocimiento de la independencia argentina, de manos del rey Kamehameha I, quien rinde homenaje a la bandera nacional. Luego cruza el Pacífico hasta California, tomando Monterrey durante seis días, en los que ese territorio estuvo bajo el dominio de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Asedió a los españoles en Centroamérica y como testimonio de esa campaña, las banderas de Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Honduras toman la bandera argentina como modelo, incorporando sus respectivos escudos.
LOS HERMANOS ÁVILA: HÉROES CIVILES DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO
El comandante del crucero ARA “General Belgrano”, capitán de navío Héctor Bonzo, dedicó el resto de su vida luego del hundimiento de su barco, a exaltar el heroísmo y la valentía de sus hombres. Aquel 2 de mayo de 1982, en los inicios de la Guerra de Malvinas, el buque más poderoso de la flota argentina recibió dos torpedos del submarino británico “Conqueror”. Los 1093 tripulantes fueron sorprendidos en navegación hacia el continente y 323 hombres se convirtieron en Héroes de Malvinas, la única guerra que la Argentina peleó desde 1870 hasta hoy. Bonzo destacaba que los argentinos no debíamos convertir en víctimas de un crimen de guerra a los patriotas que eran su tripulación. Me relató la historia de los hermanos Ávila. Durante 20 años los Ávila, Heriberto y Leopoldo Marcelo, eran los que atendían la cantina del buque, tarea reservada a civiles. Cuando estalló el conflicto, y el “Belgrano” entró en operaciones, los civiles fueron invitados a bajar a tierra, y los hermanos se negaron. Partieron rumbo al Sur y al momento del ataque, en la cubierta, Bonzo se encontró con uno de los Ávila. Le ordenó ir hacia uno de los botes salvavidas. Ávila no le hizo caso y fue a buscar a su hermano en las entrañas del buque. Hoy los hermanos Ávila son dos héroes del Belgrano.
LA PÉRDIDA DEL SUBMARINO “SANTA FE”
La guerra de Malvinas tuvo a los submarinos argentinos como protagonistas. El ARA “Santa Fe”, que como todos los de su clase, tenía el nombre de una provincia que comenzara con S, de submarino, participó del desembarco en las islas el 2 de abril de 1982 y luego destinado a tomar la población de Grytviken, en la isla San Pedro del archipiélago de las Georgias del Sur. Una tempestad lo acompañó el 25 de abril y atracó en la madrugada del 26. Fue atacado por fuerzas británicas, que lo inutilizaron y terminó escorado en uno de los muelles de la vieja factoría ballenera. Ya siendo la tripulación prisionera de guerra, se produce un incidente en el que muere el suboficial Félix Artuso, mientras el submarino era cambiado de posición. Hoy es Artuso el único argentino sepultado en Grytviken. Los británicos deciden, en 1985, trasladar al Santa Fe como trofeo de guerra a Inglaterra. Durante ese derrotero, y como signo de gallardía, el submarino combatiente de Malvinas se hundió e impidió esa postrera humillación.
Historias de mar y de hombres de mar. Héroes y campañas que merecen ser recordadas. Valgan estos renglones como homenaje a los 44 tripulantes del submarino ARA “San Juan”, patriotas en cumplimiento de su deber, a dos años del hundimiento.
Eduardo Lazzari
Historiador